sábado, 7 de noviembre de 2009

Cuidados de la piel durante el embarazo



En todas las etapas de la vida, hay que cuidarse del sol. Es sabido que los bebés son los más vulnerables a los riesgos que el exceso de radiación puede provocar; pero las embarazadas también tienen que considerar algunos cuidados especiales.


Cuando éramos adolescentes o niños nuestros padres no recibían tantas advertencias sobre cómo proteger la piel del sol. Ahora no sólo se insiste en esto, sino que también se explica por qué. Hoy se sabe, con evidencia científica, la relación directa que existe entre la radiación solar y el cáncer de piel; también está demostrado que durante los meses de calor (aquellos que, en el hemisferio sur tienen una “R” en su nombre, es decir, de septiembre a abril) los rayos son particularmente nocivos por diversas razones: los rayos caen más directamente sobre la superficie y, además, en esos meses se observa una disminución del ozono que protege la Tierra.

Ante el sol, la piel tiene varios mecanismos de defensa, uno de ellos es el bronceado: sí, aunque parezca un síntoma de buena salud, el bronceado es ante todo una reacción de la piel ante la “invasión” de los rayos. Cuando el ozono de la atmósfera disminuye mucho, la intensidad de los rayos ultravioleta logra superar esa defensa natural de la piel y comienza a dañarla.
¿Qué sucede con las embarazadas?

Entre las embarazadas existe la creencia de que al exponerse al sol, se broncean más. Pero, lo que en realidad sucede es que, debido a la gestación, se da el fenómeno de una hiperpigmentación producto de los altos niveles de estrógeno y progesterona que estimulan la producción de melanina, pigmento que da color a la piel. ¿Resultado?: la piel se vuelve más oscura, sobre todo en determinadas zonas como los pezones, las areolas y la línea entre el ombligo y el pubis. En algunos casos, aparecen manchas marrones irregulares en la cara que se llaman cloasma gravídico y que suelen irse después del parto.

Consejos para una piel saludable:

Los tiempos de exposición solar deben ser siempre progresivos, evitando el horario entre las 11 y las 16 horas (cuando el largo de la sombra de una persona es más corto que el de su estatura). El protector solar debe aplicarse siempre 30 minutos antes de toda exposición.

Las nubes NO detienen los rayos ultravioleta (responsables del envejecimiento prematuro de la piel, el enrojecimiento y las quemaduras). Por ello es fundamental usar protección solar inclusive en los días nublados.

La sombra no garantiza la protección. Las superficies reflexivas como la arena, el agua, la nieve o el cemento pueden reflejar más de la mitad de los rayos solares.

Se debe renovar frecuentemente la aplicación de productos (mínimo cada dos horas), ya que pierden efectividad con el agua, el sol y la transpiración. Además, hay que recordar que el espesor de la película aplicada a la piel influye en la eficacia del protector o pantalla solar.

No sólo es importante cuidar la piel del cuerpo sino también la cabeza (cubrirla con gorro), las orejas, la nuca y el dorso de las manos y pies.

Durante el embarazo, es recomendable que las mujeres utilicen pantalla solar con máxima protección, a fin de evitar la aparición de manchas en la piel (cloasma).

Ciertos medicamentos, cosméticos y productos que contienen alcohol o perfume, son fotosensibles, por lo que se aconseja consultar al médico antes de exponerse al sol.

En caso de quemaduras solares, dudas respecto del tipo de piel y aparición de lunares o pecas, la mejor medida es consultar siempre al dermatólogo.

Por último, para aquellas mamás que no son primerizas, es bueno recordar que:

No debe exponerse al sol a bebés menores de 6 meses, debido a que ellos no controlan el sistema térmico y la sudación y pueden sufrir deshidrataciones. Naturalmente, la última palabra en este tema, como en todo lo relativo a la salud del bebé, la tiene el pediatra.

Es una buena medida de prevención, enseñar a los niños desde pequeños los riesgos de una exposición solar sin protección. El daño solar es acumulativo y debe prevenirse desde la niñez. Es durante los primeros años que los efectos del sol pueden debiltar la piel para toda la vida.


 

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